domenica, febbraio 11, 2007

Equineida


(Se abre el telón. En la sala totalmente oscura, un caballo de madera con ocho soldados adentro.)
Aquiles: Creo que Febo asoma ya en el horizonte, estemos listos.
(Desde el fondo del escenario se ven unos haces de luz entre las hendijas de la construcción precaria. Los soldados buscan una posición cómoda)
Agamenón: Dentro de poco, soldados, deberán probar su valor, su coraje ante el enemigo, en la que será la última batalla de esta guerra, si esa es la voluntad de los dioses.
Ulises: Discúlpeme, Atrida, pero temo que debo ir al baño, pues mi vejiga así lo urge.
Agamenón: A ningún lado te irás, Odiseo, estamos cansados de tus bromas: te quedas y peleas. Y no me obliguen a seguir hablando, pues tengo la garganta a la miseria de tanto exhortar.
Ulises: (cruzándose de brazos) Odio que me digan Odiseo.
Ajax: Yo lo que sí, Agamenón, que si entro y ganamos, cuando termine la guerra violómela a Casandra.
Agamenón: ¡Nada de violaciones! Las mujeres serán apresadas y repartidas equitativamente a los soldados según el puntaje de areté que sumen en batalla. Además a Casandra la quiero para mí.
Ajax: Entonces no peleo.
Fénix: Te dije, Agamenon que si cedías ante Aquiles a todos les iba a dar cólera por cualquier cosa.
Ajax: Yo creo que a Helena, por ser la mejor y principal causa de la guerra, deberíamos repartirla entre todos. Tiene un lomo semejante al de Venus, la cinturita de Hera…
Calcas: Cuida tu vocabulario, Ajax, que hay criaturas presentes. Y además: ¿qué dijimos de llamar a los dioses por los nombres romanos?
Fénix: Jóvenes y vigorosos soldados: olvídense por un momento de las mujeres y concéntrese en la pelea que se acerca.
Pirro: ¿Qué es un lomo, papi?
Aquiles: (propinándole un revés) Cállate, hijo, debes comportarte como un soldado. Y cuántas veces te dije que no me digas papi delante de los Mirmidones.
Calcas: Augurio de último momento: Clitemnestra, esposa del presente atrida, estaría disfrutando de una situación sumamente amorosa con su sobrino Egisto.
Agamenón: (tomándose el rostro con ambas manos)¡Con Egisto, no lo puedo creer! Le pedí especialmente a Hera que no me haga cornudo… ya va a ver cómo le dejo el templo.
Fénix: A no pensar más en mujeres, soldados, que es otra nuestra empresa ahora.
(Ya amaneció totalmente. Un ejército de 200 troyanos ingresa cantando a la escena y comienza a empujar el caballo hacia fuera)
Ajax: No cantarán tan contentos cuando me vean con la espada, a menos que la muerte les interese por algo en especial.
Fénix: A propósito de muertes, ¿hubo tiempo de hacer todos los sacrificios y libaciones que planeamos?
Ulises: Medianamente, quemamos cinco bueyes y una pata de cordero. El vino nos lo tomamos.
(El caballo ya desapareció por un costado y se escuchan las voces desde afuera)
Fénix: Para tomar Troya alcanza, pero te regalo la vuelta a casa…
Agamenón: ¡Shht! Soldados, que tenemos que salir.

(Se cierra el telón)