Se sabe que ahora que hubo un conflicto gremial entre las autoridades de Hollywood y los guionistas, las productoras buscarán “mente de obra” barata en los países sudamericanos (y africanos no, porque tampoco es la pavada). Para provecho de los jóvenes guionistas que sólo desean triunfar y vivir en el exterior, y también para aquellos soñadores que quieran hacer una película argentina lo más parecida a las de Hoollywood que se pueda –para poner en la publicidad a un viejo diciendo “no tenemos nada que envidiarle a los norteamericanos” o una nena diciendo “si no estaba la cabeza de Darín casi ni me daba cuenta que era cine nuestro- se presentan una serie de tips para armar una película adecuada al paladar del norte.
La Frase Guiño: aquí es donde el personaje usa una frase con un doble significado que él entiende, el espectador entiende, pero el que está hablando con él no sospecha ni en pedo y se queda mirando como un gil. En general se usan frases coloquiales como es el caso de un personaje que le diga a su madre ¿qué podría pasarme? antes de subirse al Titanic, o un Clark Kent que se despida de Luisa al grito de Me tengo que ir volando.
“No somos personajes, somos personas”: muchas veces los guionistas intentan romper la barrera separa realidad y ficción y quieren que sus personajes razonen como personas (que son entidades diferentes, por ejemplo: Johny Deep es una persona, El Joven Manos de Tijera es un personaje). Una frase muy usada en estos casos, y pariente directa de las frases guiño, es esto parece una maldita película. Para lograr un efecto más aberrante se puede invertir esta frase en las cosas no siempre salen como en las películas.
El nombre “con significado”: Cuando un personaje tiene determinada característica muy marcada, el guionista puede demostrar que está un paso adelante del espectador poniéndole un nombre relacionado a su naturaleza: Amador, si está enamorado; Amparo, si es una madre protectora; Aurora, si se levanta temprano; Marco, si es telefonista; Marina, si se muere ahogada; Arturo, si sufre una constipación; etc. El caso más desalentador es cuando el nombre no ilustra al personaje sino al revés, como podría ser el caso de poner un personaje chiquitito chiquitito y que se llame Libertad.
El cosito que le habían dado en la segunda escena y no nos acordábamos: este tropo aparece en determinado momento en el que el personaje está hasta la manija y uno piensa al fin una en la que pierde Bruce Willis. Pero no. En ese instante el actor saca del bolsillo un objeto que le había sido entregado en la segunda escena al grito Si vas para tu casa haceme la gauchada y llevate este repelente para mutantes que no tengo donde ponerlo, cosa que el espectador había olvidado por completo ya que era una toma absolutamente fuera de contexto y ni siquiera se sabía que iba a ser una película de mutantes.
La boludez pendiente: este truco se usa para que la película no termine espectacularmente en la escena donde revienta todo, sino en la escena siguiente, mucho más calma, donde el actor tiene que hacer alguna cosita insignificante que le quedó colgada. Puede tratarse de devolver una película al video, llegar al partido de los Jabalíes de Boston, o algún compromiso familiar. El caso más utilizado es que Bruce Willis le haya prometido al hijo ir a verlo en el acto de la escuela pero después se le complica porque en el transcurso de la mañana lo raptan unos fundamentalistas árabes, descubre una bomba nuclear clandestina en las afueras de Los Ángeles, anula dos conspiraciones para matar al presidente y termina en una situación delicada con un iraquí-bomba, los dos subidos a una torre de alta tensión. Entonces llega con una media hora imperdonable de retraso y todo lleno de agujeros que no podrán conmover al hijo.
Justificación de las terceras partes retrasadas: Cuando una película tiene éxito y hacen una segunda parte que también tiene éxito, los productores suelen tomarse un tiempo para dedicarse full-time a gastar legalmente su dinero. Es por eso que la tercera parte de estas películas, aparece recién 5 o 6 años más tarde, cuando se les acaban sus amplias reservas. En esos casos se recurre a un tropo mediante el cual se da por entendido que durante todo el tiempo que el productor estuvo comprando islas el personaje también estuvo haciendo otra cosa. Entonces, estas películas comienzan con un helicóptero que aterriza en La India para buscar a Rambo que está haciendo tareas de beneficencia o con una limosina que estaciona frente al gimnasio de barrio que puso Van Dame cuando se cansó de matar chinos o con un paracaidista que aterriza en Pinamar donde estaba vendiendo remeras Carlos Calvo.
Resucitación del anteúltimo muerto: hay un momento en el que mucha gente llega a un mismo lugar y se estacionan los autos de modo que ya no los van a poder sacar: uno debe entender que se ha llegado al escenario final de la película. Allí, buenos y malos se irán matando uno por uno según el sistema de playoff, hasta que sólo quede el más bueno de todos contra el más malo de todos. En ese momento el espectador ya sabe que va a ganar el bueno pero si este nomás va y le pega un tiro al malo, no hay sorpresas. Así que el guionista nuevamente demostrará que está un paso antes del espectador y los hará pelear un rato hasta que Bruce se tropiece y se le caiga el arma, para que uno se crea de nuevo que al fin una película donde se muere Bruce Willis. Pero no. En ese momento el personaje que habían matado anteúltimo –y que hasta el momento era intrascendente- decide que todavía está un poco vivo y con un último aliento le dispara al más malo de todos en el pecho al grito de ¡te estoy salvando, Bruce!, aunque en realidad lo que quiere es salvarse a él mismo del anonimato. Este recurso también se conoce en Argentina como “La Gran Cabral”.
La Frase Guiño: aquí es donde el personaje usa una frase con un doble significado que él entiende, el espectador entiende, pero el que está hablando con él no sospecha ni en pedo y se queda mirando como un gil. En general se usan frases coloquiales como es el caso de un personaje que le diga a su madre ¿qué podría pasarme? antes de subirse al Titanic, o un Clark Kent que se despida de Luisa al grito de Me tengo que ir volando.
“No somos personajes, somos personas”: muchas veces los guionistas intentan romper la barrera separa realidad y ficción y quieren que sus personajes razonen como personas (que son entidades diferentes, por ejemplo: Johny Deep es una persona, El Joven Manos de Tijera es un personaje). Una frase muy usada en estos casos, y pariente directa de las frases guiño, es esto parece una maldita película. Para lograr un efecto más aberrante se puede invertir esta frase en las cosas no siempre salen como en las películas.
El nombre “con significado”: Cuando un personaje tiene determinada característica muy marcada, el guionista puede demostrar que está un paso adelante del espectador poniéndole un nombre relacionado a su naturaleza: Amador, si está enamorado; Amparo, si es una madre protectora; Aurora, si se levanta temprano; Marco, si es telefonista; Marina, si se muere ahogada; Arturo, si sufre una constipación; etc. El caso más desalentador es cuando el nombre no ilustra al personaje sino al revés, como podría ser el caso de poner un personaje chiquitito chiquitito y que se llame Libertad.
El cosito que le habían dado en la segunda escena y no nos acordábamos: este tropo aparece en determinado momento en el que el personaje está hasta la manija y uno piensa al fin una en la que pierde Bruce Willis. Pero no. En ese instante el actor saca del bolsillo un objeto que le había sido entregado en la segunda escena al grito Si vas para tu casa haceme la gauchada y llevate este repelente para mutantes que no tengo donde ponerlo, cosa que el espectador había olvidado por completo ya que era una toma absolutamente fuera de contexto y ni siquiera se sabía que iba a ser una película de mutantes.
La boludez pendiente: este truco se usa para que la película no termine espectacularmente en la escena donde revienta todo, sino en la escena siguiente, mucho más calma, donde el actor tiene que hacer alguna cosita insignificante que le quedó colgada. Puede tratarse de devolver una película al video, llegar al partido de los Jabalíes de Boston, o algún compromiso familiar. El caso más utilizado es que Bruce Willis le haya prometido al hijo ir a verlo en el acto de la escuela pero después se le complica porque en el transcurso de la mañana lo raptan unos fundamentalistas árabes, descubre una bomba nuclear clandestina en las afueras de Los Ángeles, anula dos conspiraciones para matar al presidente y termina en una situación delicada con un iraquí-bomba, los dos subidos a una torre de alta tensión. Entonces llega con una media hora imperdonable de retraso y todo lleno de agujeros que no podrán conmover al hijo.
Justificación de las terceras partes retrasadas: Cuando una película tiene éxito y hacen una segunda parte que también tiene éxito, los productores suelen tomarse un tiempo para dedicarse full-time a gastar legalmente su dinero. Es por eso que la tercera parte de estas películas, aparece recién 5 o 6 años más tarde, cuando se les acaban sus amplias reservas. En esos casos se recurre a un tropo mediante el cual se da por entendido que durante todo el tiempo que el productor estuvo comprando islas el personaje también estuvo haciendo otra cosa. Entonces, estas películas comienzan con un helicóptero que aterriza en La India para buscar a Rambo que está haciendo tareas de beneficencia o con una limosina que estaciona frente al gimnasio de barrio que puso Van Dame cuando se cansó de matar chinos o con un paracaidista que aterriza en Pinamar donde estaba vendiendo remeras Carlos Calvo.
Resucitación del anteúltimo muerto: hay un momento en el que mucha gente llega a un mismo lugar y se estacionan los autos de modo que ya no los van a poder sacar: uno debe entender que se ha llegado al escenario final de la película. Allí, buenos y malos se irán matando uno por uno según el sistema de playoff, hasta que sólo quede el más bueno de todos contra el más malo de todos. En ese momento el espectador ya sabe que va a ganar el bueno pero si este nomás va y le pega un tiro al malo, no hay sorpresas. Así que el guionista nuevamente demostrará que está un paso antes del espectador y los hará pelear un rato hasta que Bruce se tropiece y se le caiga el arma, para que uno se crea de nuevo que al fin una película donde se muere Bruce Willis. Pero no. En ese momento el personaje que habían matado anteúltimo –y que hasta el momento era intrascendente- decide que todavía está un poco vivo y con un último aliento le dispara al más malo de todos en el pecho al grito de ¡te estoy salvando, Bruce!, aunque en realidad lo que quiere es salvarse a él mismo del anonimato. Este recurso también se conoce en Argentina como “La Gran Cabral”.