martedì, febbraio 12, 2008

una anécdota personal sobre mis vacaciones


yo estaba con un amigo disfrutando la naturaleza en una alta rambla a la vera de un río cordobés, y el reflejo de la luna bailaba en las aguas la música que le tocaba con la guitarra. de repente me sobreviene la necesidad también natural de hacer pis -porque estábamos tomando cerveza- a lo que mi amigo me sugiere pedir permiso en la heladería. "De ninguna manera", le respondo aireado. "Dado que todo lo que creó Dios es de mejor calidad, voy a bajar estos metros que me separan de la verde y agreste orilla para que, aunque esté a oscuras, me sirva de baño". No va que bajo y siento un picor en los pies. me corro y continúa un picor. me corro como diez pasos y continúa un picor. no era una ortiga. De nuevo en la superfice, como no cesaba el picor, me miré las patas y me las estaba invadiendo una patota fenomenal de hormigas grandes y carnívoras. De inmediato me descalcé, pero uno de los ejemplares de alpargata decidió caer de nuevo rambla abajo. No pude recuperarlo ese día y enseguida surgieron las teorías: de que las hormigas lo habían devorado, que lo habían llevado al hormiguero para la reina que también calza 42, que lo habían transformado en kilómetros -para ellas- de mediasombra.

Al otro día acudí al lugar -eficazmente memorizado esa noche- y la alpargata estaba allí, recostada contra una roca. No había rasgos de las hormigas ni de ninguno de los acontecimientos de la noche anterior. Sólo las lastimaduras, pequeños puntos rojos en los pies, me hicieron saber que todo había sido cierto, que aquel que peleó y yo éramos la misma persona.


El dibujo data de Villa Carlos Paz, Pcia. de Córdoba, 24 de enero del 2008. (N de H: la fotoshopeada es posterior).